Castilla y León es una tierra rica en vinos deliciosos. Tanto es así que te ofrece maridajes espectaculares con una gran variedad de platos. Dado que la gastronomía castellana resulta sabrosa, potente y suculenta, elegir los caldos apropiados entre los productos enológicos de la tierra ayuda a reforzar ese sabor y proporciona una experiencia gustativa excepcional.
Vino de Castilla y León: tipología
Con un gran número de bodegas centenarias en su territorio, la tradición enológica castellanoleonesa se apoya en materias primas de excelente calidad y riqueza, elaborados procesos productivos y un amor ancestral por la cultura del vino.
El resultado es una amplia oferta vinícola, con un total de 14 denominaciones de origen autóctonas:
- Ribera del Duero.
- Tierra del Vino de Zamora.
- Rueda.
- Bierzo.
- León.
- Arribes.
- Toro.
- Valles de Benavente.
- Arlanza.
- Valtiendas.
- Chacolí.
- Sierra de Salamanca.
- Cebreros.
- Cigales.
Cada una de ellas presenta sus propias características y particularidades. Por otra parte, los variedades de uvas que se permiten en ellos, son:
- Uvas tintas: tempranillo, mencía, rufete, Juan García, garnacha tinta, cabernet suavignon, prieto picudo, pinot noir, garnacha roja, merlot, malbec, syrah, graciano, garnacha tintorera, petit verdot y negral.
- Uvas blancas: verdejo, sauvignon blanco, viura, moscatel de grano menudo, chardonnay, malvasía, albillo, godello, Doña Blanca y palomino.
Algunas pautas para maridar estos vinos castellanoleoneses
Con una producción de vino tan extensa y variada, resulta utópico intentar sintetizar en este post todas las recomendaciones existentes para maridar el vino de Castilla y León.
Sin embargo, vamos a mostrarte, a modo de ejemplos, algunas buenas sugerencias con las que disfrutarás de una mezcla de sabores excepcional al beber estos caldos durante tus comidas.
Ribera del Duero
En realidad, los mejores riberas del Duero sientan bien con cualquier plato. Sin embargo, cuando degustas el popular cochinillo segoviano, con esa piel crujiente y ese intenso sabor que resulta incomparable, un reserva de esta denominación de origen no tiene rival.
De igual modo, si lo que te apetecen son unas alubias con chorizo para combatir los días invernales más gélidos, un Ribera del Duero con varios años de envejecimiento elevará tu experiencia a la quintaesencia del placer.
Toro
En este caso, los maridajes ideales serían el pulpo a la sanabresa, el cordero asado, las setas y los asados de cabrito. Con todos ellos, los crianzas o reservas D.O. Toro se llenan de matices y percepciones reforzadas que te conducirán al éxtasis gustativo. Además, con un queso semicurado zamorano y una buena copa de este vino, seremos los comensales más felices del mundo.
Rueda
La alta presencia (50 %) de uva verdejo le aporta un llamativo carácter floral, fresco, fácil de tomar y con una agradable acidez. Por este último atributo, precisamente, encaja de maravilla con platos de arroz y pavo, salsas que incluyen tomate, pizzas y carnes guisadas.
Bierzo
La gastronomía castellana y el vino D.O. Bierzo también forman un tándem de nivel en todo tipo de platos. ¿Con cuáles disfrutarás al máximo el sabor vinícola del Bierzo? Con el queso de Valedón y el membrillo, con los deliciosos platos de bacalao pochado y con las siempre apetitosas carrilleras de cerdo ibérico. ¡No dejes de pedirlos en cuanto tengas la oportunidad!
León
Terminamos esta introducción al maridaje del vino castellanoleonés con esta denominación de origen capaz de proporcionar armonías gustativas únicas. Sus propuestas combinan de maravilla con carnes rojas y blancas, guisos, embutidos y platos salados en general. Además, sus tintos más potentes son estupendos para la comida picante, por lo que las sopas de ajo y los quesos de la zona maridan a la perfección con ellos.
¿Qué te ha parecido esta degustación de vinos de Castilla y León? Regálate la oportunidad de paladearlos junto a la gastronomía de la zona.
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