Para lograr preparaciones que puedan aspirar a pertenecer al mundo de la gastronomía, es imprescindible tener en cuenta la calidad de los ingredientes. Para ello, es muy importante disponer no solo de productos de temporada, sino, a ser posible, de cercanía.
¿Qué hay en la temporada de invierno?
En los meses de enero, febrero y marzo las temperaturas bajan. Por ello lo que se cosecha y es propio de la estación es básicamente algunas frutas y vegetales de hoja.
El clima
La importancia de que sean de temporada estriba en varios factores. El primero es que las condiciones climáticas y la cantidad de sol que reciben durante su crecimiento son las justas para lograr un desarrollo óptimo.
Cuando los vegetales y las frutas crecen en estas circunstancias alcanzan al máximo las propiedades organolépticas que les dan cualidades: olor, aspecto, color, textura. De la misma manera, la maduración natural lenta, al sol, sin haber sido desprendidos de la planta, da una sazón y un sabor realmente diferente y característico.
Por otra parte, al llegar al pleno desarrollo en condiciones naturales, estos alimentos alcanzan su valor nutricional más elevado por la alta concentración de elementos que aportan una mejor alimentación para el consumidor: almidones, azúcares, vitaminas, fibra.
¿Qué pasa si no son de temporada?
Cuando los productos llegan al mercado fuera de temporada es por una o más de estas razones: o bien han crecido en invernaderos con un clima artificial o bien su maduración ha sido forzada. También puede suceder que sean importados de lejanos países, lo que implica un almacenaje prolongado y que se han cosechado prematuramente, aún verdes.
De cercanías
Otra condición para la calidad es que las frutas y vegetales provengan de los alrededores del sitio donde han de consumirse.
Esto tiene muchísimas ventajas, ya que estimula la economía local. Además, genera menos desperdicio causado por un largo período de almacenaje. Son productos más frescos, más baratos y menos contaminantes, ya que el tiempo de transporte es el mínimo.
Gastronomía con productos de invierno
Después de hablar de las bondades de consumir lo que se da en cada temporada y lo que se cultiva localmente, podemos ver qué hay disponible en los mercados en invierno.
Frutas y vegetales de la temporada invernal
En enero y febrero podemos encontrar aguacate, kiwi, naranja, limón, apio, acelga, puerro, cardo, col, coliflor, endibia, espinaca y lechuga. Ya en marzo se añaden a la oferta los espárragos.
Todos ellos deben estar firmes al momento de la compra; tener un color vivo y brillante, despedir un buen aroma y carecer de hojas mustias o zonas manchadas.
Lo que podemos preparar
Utilizando recetas relativamente sencillas podemos obtener platos con notables cualidades culinarias por el mero hecho de la calidad y frescura de los ingredientes.
Con una salsa bechamel, algo de masa quebrada y nuez moscada rallada podemos preparar una quiche de puerros y acelgas maravillosa.
Con aguacate, cebolla, cilantro y jugo de limón se puede componer un soberbio plato de origen mexicano, el guacamole, ideal para acompañar preparaciones con pollo o hacer una tostas para desayunar.
Una combinación de espárragos y espinacas puede lograr una deliciosa tortilla muy diferente, o una ensalada muy nutritiva al adicionar alguna proteína magra como pechuga de pollo o atún para que sea una comida completa.
Una forma diferente de tomar frutas puede ser en una ensalada que contenga gajos limpios de naranjas, kiwis en rodajas, lechuga y una vinagreta de calidad.
Un batido depurativo
Después de las fiestas de diciembre puede ser buena idea pasar unos días a dieta detox. Con kiwi, naranja, aguacate y espinacas podemos hacer un batido muy nutritivo.
La buena gastronomía no se basa en preparaciones complicadas y difíciles de llevar a cabo, sino en el aroma y el sabor de los alimentos de temporada
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