Una de las características de la gastronomía española es la variedad de gustosas tapas que se pueden encontrar en todas partes del país. Entre ellas, una de las más comunes son las patatas bravas. Se toman normalmente en el bar, acompañadas de una cerveza, vino o vermú, pero son fáciles de hacer en casa.
Se empezaron a dar a conocer en algunos bares madrileños, aproximadamente en en año 1960, y se hacían filas que salían hasta la calle solo para probarlas. En el año 2008 la ONU publicó una recopilación de recetas de estas patatas, consagrándolas así como plato típicamente español.
La receta definitiva es objeto de discusiones pero en general cualquier forma de hacerlas queda bastante bien, ya que no se requiere de ningún proceso complicado.
La mejor receta de patatas bravas
En esta preparación se utilizan patatas cortadas en trozos y fritas en aceite. La composición de la salsa puede variar de región a región. Por ejemplo, en Cataluña y Valencia se usa el alioli y hay quien les pone mayonesa o ketchup.
Ingredientes
Cualquier clase de patata sirve para esta receta, aunque se prefieren las nuevas para que la piel sea fina y regular. También contienen menos almidón por lo que se mantienen firmes una vez fritas. La receta que explicamos a continuación es para 4 personas.
- 1 kilo de patatas
- Aceite de oliva virgen
- 5 dientes de ajo
- 200 mililitros de caldo de pollo
- 1 cucharada de harina
- 1 cucharada de pimentón picante
- 1 cucharada de pimentón dulce
- Sal al gusto
Preparación
Primero se prepara la salsa brava. Para ello se fríen a fuego suave los ajos pelados y finamente cortados en 4 cucharadas de aceite de oliva, hasta dorar. Se añaden la harina y las dos clases de pimentón y se remueve para que no se queme.
Al comenzar a espesar, se añaden la sal y el caldo de pollo por partes, mezclando bien cada vez, y se deja espesar por algunos minutos, revolviendo de vez en cuando.
Cuando la salsa esté tibia se pasa por el chino para que no queden grumos y los ajos se incorporen totalmente. Después se regresa al caldero para calentarla. Debe quedar tersa, espesa y de color vivo.
Mientras, se lavan, pelan y cortan las patatas en trozos irregulares de unos 2 a 3 centímetros de lado, de forma que queden tamaño bocado. Se secan y se ponen a freír por partes en aceite de oliva suficiente. Deben quedar uniformemente doradas.
Al retirarlas se van colocando sobre papel de cocina para eliminar el exceso de aceite. Al terminar, se colocan las patatas en un bol y se bañan con la salsa caliente.
Las variantes de esta receta incluyen utilizar más o menos pimentón picante, para que la salsa sea más o menos fuerte, o se le sustituye por guindilla o cayena. Pero lo más importante es que las patatas queden suaves por dentro y crujientes por fuera.
Con estas instrucciones se podrá disfrutar una deliciosa receta de la tapa más característica en la gastronomía española.
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