El queso es uno de los productos más característicos y tradicionales de la gastronomía nacional. En España, es posible encontrar una amplia variedad no solamente por el tipo de leche utilizada para su fabricación, sino también por los ingredientes empleados, el tiempo de curación, etcétera.
Este exquisito manjar es todo un clásico en la carta de los más reputados restaurantes, una pieza que no falta en cualquier nevera y un entrante del que todos disfrutamos en más de una ocasión, a poder ser, acompañados de un buen vino.
Para sacar el máximo partido a sus excelentes cualidades, es importante tratar el queso con suma delicadeza; y, en este sentido, el adecuado corte se antoja fundamental. Un queso debidamente cortado se aprovecha mucho mejor y, además, se puede incluso potenciar al máximo su sabor.
Dependiendo del tipo de queso, el corte deberá realizarse de una manera específica, para su correcta presentación y degustación. Esta acción, que puede parecer tan simple y sencilla, llega a ser determinante incluso para su adecuada conservación.
Quesos redondos, pequeños y planos
En estos casos, es recomendable cortarlos como si se tratase de una tarta, en porciones triangulares y de dimensiones aproximadas. Es importante iniciar el corte desde el centro y continuar hacia los bordes. Para evitar que la pasta que lo cubre se quede pegada en el cuchillo, es conveniente pasar la hoja por agua caliente y secarla debidamente antes de utilizarlo.
Si se trata de un queso redondo y grande, como, por ejemplo, el queso brie, hay que cortarlo en lonchas largas tanto si viene presentado en porciones como si está entero. Al igual que debe hacerse con los quesos pequeños, esas lonchas largas se han de dividir, posteriormente, en dos; y, de esta manera, será más fácil para el comensal apreciar plenamente su sabor.
Quesos cilíndricos, duros o semiduros
Los cilíndricos, como el rulo de cabra, han de ser cortados de un extremo hacia el otro y en pequeñas rodajas; mientras que los cuadrados se deben cortar igual que los redondos y pequeños, en porciones triangulares, desde el centro hacia los bordes.
En cambio, hay que partir los duros o semiduros por la mitad. Después, se deben separar por cuñas; y, por último, conviene cortarlos en finas lonchas triangulares, partiendo desde la corteza. Es fundamental que el grosor sea estándar, ni muy finas ni tampoco muy gruesas; para que, de este modo, el sabor pueda apreciarse como es debido y, por otra parte, el resto del queso no quede con una forma desigual.
Como producto estrella de nuestra gastronomía, el queso debe cortarse y servirse con esmero. La presentación es igualmente importante y, en este sentido, decantarse por una tabla es la decisión más acertada.
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