Más allá de modas pasajeras, los clásicos permanecen y, nada más clásico y elegante que un buen whisky. Rodeado de glamour, el trago por antonomasia no ha perdido un ápice de su atractivo desde antes de la Ley Seca.
Para quien aún no se ha atrevido a sumergirse en el envolvente mundo del whisky, traemos las claves para quedar como un experto en esta tendencia atemporal de la gastronomía.
7 claves para reconocer un buen whisky
1- Servicio y cata
Lo mejor es utilizar un vaso ancho o una buena copa. La cantidad ideal es de entre 2 y 4 cl. Una vez servido, podemos tumbarlo un poco y ver cómo se desliza por el cristal. El whisky más espeso deja más lágrima, tiene más cuerpo y más alcohol. Además, si al acercarlo a la luz se advierten partículas, dudaremos de su calidad. Antes de beber, acercamos la copa a la nariz (no demasiado) para disfrutar del aroma. Lo tomaremos a tragos pequeños y lo pasaremos por toda la boca para apreciar sus matices.
2- Alcohol
El whisky es un destilado de graduación alta (el whisky escocés tiene un mínimo de 40 grados), pero la presencia de alcohol no debería enmascarar todo el abanico de aromas de un buen whisky. Si al acercarlo a la nariz solo notamos olor a alcohol y nada de notas de madera, fruta, vainilla... tal vez no sea de la mejor calidad. Lo mismo ocurre al probarlo: el alcohol no debería dormir ni irritar la boca.
3- Edad
El tiempo de maduración en un whisky es importante, pero no definitivo. De hecho, hoy en día han proliferado whiskies NAS (sin definición de edad) de muy alta calidad. En cualquier caso, si queremos fijarnos en la edad, algunos expertos consideran que la ideal es entre 10 y 12 años.
4- Temperatura
Existe la creencia de que el whisky se bebe a temperatura ambiente, sin embargo, lo ideal es servirlo entre 10 y 18 grados. Si está mucho más frío, los sabores y aromas se cierran y no podremos apreciarlos bien. Si está mucho más caliente, el alcohol tomará demasiada presencia.
5- ¿Blended o single malt?
En cuanto a la composición, el whisky puede ser blended (mezcla de varias maltas o de whisky de malta con whisky de grano) o single malt (de una sola malta o una sola destilería, no confundir con el singlecask, embotellado desde un sólo barril, generalmente numerado). No olvidemos el bourbon whiskey, de origen americano y con un mínimo de un 51 % de maíz en su composición. En general, se considera que con un single malt es más fácil acertar, aunque hay mezclas muy atractivas en el mercado. Lo mejor es probar y decidir lo que más nos gusta.
6- ¿Sólo o on the rocks?
Hay muchas maneras de disfrutar de un buen whisky, pero depende mucho de qué tipo de whisky tomemos. Para los más redondos en matices, lo ideal es tomarlos solos o con unas gotas de agua (no ahogado), siempre mineral y cuanto más blanda, mejor. Si se trata de un whisky más joven, el hielo puede ser un buen compañero. Y si se trata de combinados (¡no es pecado combinar whisky!), mejor evitar los refrescos dulces. Un buen Whisky Sour puede ser sorprendente.
7- Barricas
Las barricas utilizadas en el envejecimiento suelen ser de jerez o de bourbon, y pueden estar tostadas a distintos niveles y fabricadas en distintos tipos de roble, con lo cual las combinaciones son muy amplias. Los barriles de jerez suelen dar notas más ácidas y los más tostados, más acaramelados. Para gustos, pues, los barriles.
Ahora ya tenemos las claves para impresionar hasta al campesino más rudo de Escocia. No hay duda, una vez que se prueba, el whisky conquista.
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