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"Ir a matar judíos": una expresión de gastronomía que no deja indiferente a nadie

Sería absurdo negar la clarísima acepción antisemita que guarda la expresión "ir a matar judíos"; pero, por encima de ella, muestra una tradición de gastronomía típica de León en la Semana Santa, una expresión que lejos está de querer herir sensibilidades o de recordar con felicidad aquellos tiempos de tanto dolor por parte del pueblo judío.

¿Cómo se prepara la bebida?

La limonada, principalmente, lleva vino, canela, limones y azúcar. Después, las recetas varían de un bar a otro, pudiendo encontrar trazas de higos secos, pasas o incluso naranjas en claro contraste con el sabor del limón.

Un poco de historia

Resumidamente, y según los historiadores, todo comenzó a mediados del siglo XIV por parte de Suero de Quiñones, un noble leonés. Por lo que se sabe, el noble contrajo una deuda importante con un prestamista de la judería del barrio de Santa Ana, y con la finalidad de evitar su pago, decidió promover el odio y la venganza a sus hermanos cristianos recordando la implicación judía con respecto a Jesucristo y su muerte en la cruz. Fue entonces cuando, tras elaborarse una matanza horrible, los caballeros cristianos decidieron celebrar aquel "logro" bebiendo vino.

Más tarde, las autoridades pertinentes, en un intento estratégico por evitar que se repitieran semejantes atrocidades con motivo de la Semana Santa, permitieron a todas las tabernas servir una bebida basada en el vino pero rebajada con agua y azúcar (conocida hoy en día como limonada). Así, conseguirían que los caballeros no se emborrachasen e impedirían que llevaran a cabo aquellas matanzas.

Lo que sí es cierto es que no se sabe a ciencia cierta de dónde exactamente surge la tradición de la expresión "ir a matar judíos", pero sí el contexto y todo lo que conlleva. 

¿Tradición, o sentimiento?

Son muchas las personas que, a día de hoy, se hacen esa pregunta, colocando en una balanza ética a un lado la tradición popular que ha ido degenerando de un pueblo sin ánimo de hacer daño, y al otro lado el sentimiento del pueblo judío que recuerda una historia manchada de sangre cada vez que escucha esa expresión.

¿Hasta qué punto merece la pena mantener una tradición con un pasado tan oscuro? Bien, aquí entran las dos corrientes de pensamientos más extremas; aquellos que defienden su tradición, admiten que puede tener un origen sangriento, pero que el motivo de esta expresión a día de hoy no es otro que recordar la historia para no repetirla, de ser mejores de lo que fuimos entonces. Claro está, que esta teoría no convence a muchos judíos, explicando que aquellos que toman esta bebida de vino rebajado no son conscientes del conflicto que esconde su expresión y del sufrimiento tan desorbitado que se ha ido alargando a lo largo de los siglos.

Y, si algo nos ha enseñado la historia, es que las tradiciones no son eternas. Antiguamente, "matar judíos" significaba el acto de hacer ruido con carracas, palos y demás instrumentos ruidosos durante la noche de Jueves Santo. Después, se apagaban las velas y el Miserere era cantado con estruendo. Conmemoraban la muerte de Jesucristo de esta manera. Esta tradición se extendió por Asturias y Cataluña, hasta que pasó a la historia tras ser catalogado como una ofensa gratuita y una perpetuación de odio feroz contra sus propios ciudadanos.

¿Debería entonces cambiarse la expresión? Sabiendo que ya se hizo una vez con el acto de hacer ruido por las calles, la lógica dicta que debería eliminarse de una vez por todas tal expresión, pues se dirija a una tradición u otra, la historia de crueldad que esconde es la misma. Aunque hay que recordar que en ningún momento existe el sentimiento de odio racial con tal expresiónsemana santa

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