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¿Planes para el fin de semana? Sí, el «nesting»

Nesting («anidar») es un término que se ha popularizado desde hace poco pero que, en realidad, responde a algo que siempre hemos hecho. Nos referimos a quedarnos en casa los fines de semana. La diferencia es que esta actividad, lejos de tomarse con resignación, se está convirtiendo en algo deseado. Antes, un castigo. Ahora, una necesidad.

El tiempo libre, en casa

¿En qué consiste el nesting? Es un intento de huir de las prisas y del estrés de la semana, buscando la tranquilidad. Disfrutamos de nuestra propia compañía de manera consciente. Con el ritmo de vida actual, en el que no dejan de surgirnos planes, citas, compromisos y obligaciones, llegamos al fin de semana y descubrimos que el mejor plan es, en realidad, hacerse un ovillo en el sofá, taparse con una manta y relajarse viendo la serie favorita.

Esta práctica no es nueva, pero comienza a considerarse la mejor opción frente a las actividades fuera de casa. Nada de salir la noche del viernes ni la del sábado. Nada de buscar diversiones para el domingo. Muchas personas estresadas encuentran que la mejor manera de invertir su tiempo libre es pasarlo en el hogar, que se convierte en un refugio terapéutico. Casi sin darse cuenta, organizan los fines de semana para estar a solas tranquilamente en casa. Recuperan el placer de crear un ambiente bonito, decorado y agradable, un nido en el que dé gusto estar. No es algo que ocurra porque no surja nada mejor, es algo que se busca y se practica conscientemente.

ambiente para nesting

En un momento en el que parece que la vida social se ha convertido en una obligación, una exigencia y una carrera por no perdernos nada en las redes, descubrimos que reencontrarnos con nosotros mismos es recuperar un viejo amigo. Los expertos están encontrando grandes herramientas terapéuticas en aficiones como la cocina y la repostería, que tendrían efectos positivos en cuadros depresivos; la jardinería, que reduciría el estrés; o la lectura pausada y larga, que combatiría la demencia.

Se trata de hacer lo que nos gusta, sin más. Pero aburrirse también es importante. Este fenómeno, del que parecíamos obligados a escapar, resulta necesario para nuestro temperamento. Primero, porque cuando no tenemos nada que hacer nos vemos obligados a pensar en nuestra situación. Algo que, irónicamente, hacemos mucho menos de lo que creemos. Segundo, porque reducimos el nivel de exigencia y nos hacemos más empáticos y altruistas: hasta lo más nimio parece mejor, más entretenido y agradable. Debemos aprender a aburrirnos.

En definitiva, practicar nesting solo requiere hacer el plan de no hacer planes. Desconectar, entretenerse con lo que apetezca y ser conscientes de que estamos ahí, pasando un buen rato sin más pretensiones que deslizarnos por el tiempo como hacen las horas: sin prisa.

nesting ambiente

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